“La única manera de conservar la salud es: comer lo que no quieres,
beber lo que no te gusta, y hacer lo que preferirías no hacer” Mark Twain.
¿Cuántos de nosotros, en nuestros miles de intentos por bajar de peso,
no hemos llegado a la misma conclusión? ¿Quién se va a sentir motivado después
de todas las prohibiciones y sacrificios que aparentemente se necesitan para
estar sano? El eterno NO, no, no y entre más te gusta más te hace daño!
Durante muchos años, ésta fue la imagen que muchos de nosotros tuvimos
acerca de la alimentación y el ejercicio, hasta que en los 90’s llegaron los
milagrosísimos alimentos light o bajos en calorías. Para muchos de nosotros éste parecía el fin de
las dietas, las desmañanadas para ir al gimnasio, el sufrimiento en las fiestas…
era la re-ce-ta del éxito. Y cambiamos
gran parte de los productos que comprábamos y todo lo que decía “light”, “bajo
en …” o “libre de…” entraba en nuestro carrito del súper, más caros pero valían
la pena.

Pero no todo son malas noticias, yo creo que la clave del bienestar del
ser humano, es el encontrar un balance, un equilibrio. Los alimentos light no son el remedio mágico,
pero tampoco todos ellos son dañinos; utilizados con moderación, pueden ser una
muy buena herramienta para lograr nuestras metas.

Durante las siguientes cuatro semanas vamos a aprender un poco más
acerca de los alimentos light. El
objetivo es que conozcas los diferentes tipos y de qué están hechos a fin de
que elijas cuáles vas a incluir en tu alimentación y cuáles no te convienen de
acuerdo a tus metas.
No pretendo decirte qué hacer ni prohibirte nada, pero
creo que la elección informada es la mejor.
¡Comer sano, estar en forma y disfrutar de lo que te gusta, no están
peleados, es cuestión de encontrar el camino correcto!